Raúl Zibechi, periodista uruguayo
ALAI AMLATINA, 04/02/2011.- Las rebeliones en Túnez y Egipto, así como las que despuntan en otros países de la región, perfilan un cambio sistémico en la relaciones internacionales que se puede resumir en la desarticulación del papel de los Estados Unidos, y sus aliados, en Medio Oriente.
En junio de 2008 el boletín mensual del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP), advirtió que los regímenes árabes pro occidentales se encontraban a la deriva y que había “60 por ciento de riesgos de explosión político-social en el eje Egipto-Marruecos”. El análisis hacía hincapié en las consecuencias de la “crisis sistémica global” por la cual regímenes afrontarían serias dificultades ante inminentes motines de hambre y verificaba la “incapacidad de Washington y sus aliados europeos para tener un discurso que no sea el de la seguridad”(1).
Cuando se enfoca en Egipto, el Laboratorio registra un crecimiento de la inestabilidad “a causa del estancamiento político en que lo coloca el final del reinado de Mubarak, mientras que el régimen es incapaz de satisfacer las esperanzas económicas y sociales radicalizadas de una proporción creciente de la población”. La conclusión del centro europeo de análisis estratégicos es llamativa a la luz de los hechos actuales: “Para nuestros investigadores, Egipto será políticamente arrastrado por las consecuencias de la entrada en el núcleo de la crisis sistémica global. La inestabilidad social prevalecerá sobre la naturaleza de seguridad pública del régimen”. ler mais aqui
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